Desde siempre las personas han mostrado preocupación por la limpieza y cuidado de sus dientes, así como por el diseño y construcción de herramientas para disminuir los daños de la enfermedad dental.
La odontología al ser una profesión contemporánea, como institución que responde a necesidades y demandas sociales, no sólo comparte una base cognoscitiva (un saber) que le da autoridad a la profesión sino que representa otras dos características fundamentales: primero, un saber hacer y cuándo hacer como un modo de acción realizado por un agente responsable e informado por una teoría, con prudencia como máxima virtud de un profesional. Segundo, un saber estar, como la dignidad que requiere profesar este saber respecto de los pares o de aquellos que requieren del servicio de la profesión. [i]
A principios del siglo XX, se resumieron estos elementos en: servicio a la humanidad, educación de excelencia y automejoramiento/autorregulación, designándolos respectivamente como componente moral, intelectual y organizacional de la profesión.[ii]
Componente moral
El primer deber moral que asume el dentista es "hacer el bien" a sus pacientes en el área de la salud bucal, y la decisión del odontólogo frente a un caso clínico dependerá tanto de la técnica como de la ética. Técnicamente lo que se considera bueno está determinado por estándares dados por la práctica y la investigación, pero lo que se refiere al componente ético no es muy claro. La mayoría de las reflexiones en ética dental tiene sus raíces en las antiguas teorías sobre la virtud, propuestas por Platón y Aristóteles, que inspiraron la escuela hipocrática, pilar de la ética médica. El medio hipocrático veía al enfermo como alguien falto de firmeza, tanto físico como moral; por tanto pese a desear su bien, no debía contar con su voluntad, ya que carecía, por principio de autonomía moral. El paternalismo hipocrático era paternal (al impedir que el paciente decidiera sobre su propia enfermedad), maternal (al hacerle lo menos ingrata posible la enfermedad) y sacerdotal (al actuar como mediador con la divinidad y tener poder sobre la vida y la muerte).[iii]
Dicha relación duró por siglos, pero el avance tecnológico repercutió, en el advenimiento de una sociedad pluralista exaltando las diferencias individuales respecto de valores morales fundamentales y de la interpretación del significado de la vida, del sufrimiento, la dependencia, la muerte y la atención en salud. El mayor acceso a la información ha revelado numerosos casos de prácticas poco éticas. Las encuestas públicas han demostrado que está disminuyendo la confianza de los pacientes en la integridad personal y profesional de los dentistas. Como consecuencia, los pacientes ha asumido mayores responsabilidades en el cuidado de su salud dental, afectando la tradicional relación en que el profesional escogía las terapias adecuadas para su paciente[iv].
Ello significa que la decisión acerca de "lo bueno" en una intervención clínica está determinada actualmente por algo más que la información científica y tecnológica: debe equilibrarse con la elección y demanda del paciente. Aquí nace la necesidad de un consentimiento informado.
Componente intelectual
Cada profesional está obligado a mantener la capacidad necesaria para realizar sus tareas profesionales y a desarrollar sólo las de su competencia. En la práctica debe decidir si tiene o no los conocimientos para realizar un diagnóstico o tratamiento específico en determinadas circunstancias clínicas.
En caso de necesidad, la comunidad odontológica es la que determina los detalles de las normas de competencias, ya que se necesitan conocimientos especializados. Pero la comunidad general, puede pedir información sobre los procedimientos involucrados, especialmente en lo que se refiere al intercambio entre calidad y acceso al servicio.
Componente organizacional (interrelación profesional y con la comunidad, códigos de ética y asociación profesional)
La profesión dental tiene obligación de controlar la calidad del trabajo e informar y referir el de mala calidad así como las prácticas no éticas. Todos entienden que los profesionales odontólogos se deben respeto mutuo, pero la mala praxis es un hecho de difícil manejo: un dentista podría informar a sus pacientes acerca de un trabajo mal realizado o bien ocultárselo; asimismo, puede contactarse con el dentista que realizó el trabajo o posiblemente con la sociedad dental local. No obstante, estos protocolos no son enseñados y tampoco están establecidos en el gremio odontológico.
Las relaciones coprofesionales entre un dentista empleador y uno empleado pueden atraer conflictos éticos cuando normas de rendimiento internas obligan al dentista empleado qa brindar un servicio inferior al que considera adecuado. Se ha comenzado a discutir estas relaciones como cuestiones éticas y no como asuntos prácticos o de negocios. Así y respondiendo a nuevos y significativos argumentos que se generan dentro de un clima social que cambia rápidamente, la Asociación Dental Americana, luego de un considerable debate, presentó en 1992 una cantidad de revisiones y correcciones a los Principios de Ética y Código de Conducta Profesional.
Los dentistas, en forma individual, y la profesión dental como un todo actúan como educadores de salud dental, ya sea con esfuerzos educacionales directos o monitoreando la dependencia y efectividad de sus servicios. La relación de los dentistas con la comunidad implica así responsabilidades respecto de las normas correctas para la publicidad profesional y referidas al acceso a la atención dental y a las necesidades dentales insatisfechas, lo que puede obligar al gremio a ser política y educacionalmente activo cuando se formulen políticas sociales que determinen la distribución de los recursos para la asistencia en salud.
El incremento de los gastos en el cuidado de la salud continúa ocupando una parte importante de la atención al público. Quienes utilizan los servicios hospitalarios se quejan de que los costos crecen el doble en relación con el costo de la vida; los de odontología son aún mayores y aparece el problema de qué es justo para la atención odontológica actual. Así, en la sociedad se ha fomentado la posibilidad de hacer publicidad para reducir el costo de cuidados de la salud a través de la competencia, pero no se ha implementado una real legislación al respecto, quedando la publicidad del profesional dental como ejemplo muchas veces de la práctica no ética, dando indicios de que valdría la pena revaluar estas prácticas.
El paciente en el sillón dental es el principal cliente, pero los dentistas también tiene obligaciones profesionales con los pacientes de la sala de espera e, indiscutiblemente, con toda la comunidad en aspectos que tiene que ver con la salud pública. Por lo tanto, el papel de los profesionales de la salud es triple: brindar la mejor atención a los pacientes en forma individual, preocuparse por la comunidad en la que se desempeñan y utilizar los recursos en la forma más efectiva.
La descripción de la odontología como un "compromiso de servicio con el público" admite varias interpretaciones en la práctica real, por ejemplo, los tipos de sacrificios que los dentistas están comprometidos a realizar por sus pacientes o los riesgos de salud, de bienestar financiero o de reputación que un dentista está obligado a enfrentar.
El paciente oral en general demandan sacrificios importantes que afectan las conveniencias personales y los intereses económicos del profesional.[v]
[i] Lolas Stepke F. Bioética: El diálogo moral en las ciencias de la vida. Santiago de Chile: Editorial Universitaria; 1998: 86.
[ii] Nash DA. The oral physician. Creating a new oral health professional for a new century. Journal of Dental Education 1995; 59(5): 587-597.
[iii] Gracia Guillen D. La tradición médica y el criterio del bien del enfermo: el paternalismo médico. En: Gracia D. Fundamentos de Bioética. Madrid: Eudema Universidad; 1989: 23-45.
[v] Blanca Bórquez Polloni Ética, bioétcia, ley: conceptos básicos. Santiago de Chile: 19-30.